El Valle del Mezquital, lecciones de un desastre ambiental

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Portada: Ej Atlas

(21 DE MARZO, 2025).-Durante los primeros años de la colonia, los españoles excavaron una ruta de salida para que el agua de aquella nueva ciudad terminara por desecar aquellas calzadas acuáticas y lagos por donde navegaban aquellos ciudadanos de una ciudad derrotada. La zanja de Nochistongo fue el desagüe de la Ciudad de México desde 1607.

Durante la primera mitad del siglo XX se planteó modernizar dicha zanja, y se planteó construir un gran canal y dos túneles que desfogan el agua hacia el municipio de Tequixquiac, en el Estado de México, para posteriormente conectar todas las aguas negras de la capital hacia el río Tula y posteriormente el Pánuco para terminar por desembocar en el Golfo de México.

En 1975, en plena explosión demográfica en la zona del Valle de México, se inauguró el drenaje profundo o Túnel Emisor Central, que se conectó con el lago de Zumpango y luego a la presa Requena para integrarse al río Tula.

Ya en el siglo XXI, en 2019, se inauguró el Túnel Emisor Oriente al mismo tiempo en que se construyó una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales.

 

Desde la primera obra de infraestructura de desagüe, el agua fue a parar a una gran extensión del estado de Hidalgo conocida actualmente como el Valle del Mezquital y que se caracteriza por tener un clima árido o semiárido. Sin embargo, gracias al aporte de estas aguas residuales, este valle que se encuentra incluido dentro del Distrito de Riego 03 se volvió una de las zonas del centro de México que más producen alimentos.

 

 

Este distrito, que abarca aproximadamente de 40 mil a 50 mil hectáreas de riego, produce productos como maíz, alfalfa, frijol, calabaza, tomate, chile, jitomate, entre muchos otros.

Este paraíso agrícola se debe a que las aguas negras contienen una gran cantidad de materia orgánica y nutrientes y, además, reciben una oxidación natural en el transcurso de su trayecto. Sin embargo, esta agua también arrastra consigo contaminantes derivados de distintas industrias (textil, refinería, cementera, hidroeléctrica y aguas municipales) que vierten sus desechos a los alcantarillados y que van directamente al drenaje, contaminando el agua con una larga lista de metales pesados, los cuales son tóxicos para la salud de quien consuma esa agua (plomo, mercurio, hierro, cobre, cadmio, cobalto, cromo, níquel, aluminio, arsénico, zinc, etc.).

Los primeros indicios de problemas surgieron en 1967, cuando los ejidatarios denunciaron una merma en el rendimiento de sus cosechas, señalando que la aparición de gran cantidad de espuma de los detergentes era la responsable. Posteriormente, en 1973, se señaló a los incrementos en la salinidad del agua y deterioros en el sistema de drenaje.

Múltiples estudios detallan cómo la contaminación por metales pesados provenientes de las industrias es responsable de ocasionar distintas enfermedades, desde afectaciones a huesos, riñones e hígado hasta derivar en cáncer o dañar el sistema nervioso central.

En 2009, en la presa de Requena, inició la construcción de la Planta Tratadora de Aguas Residuales (PTAR) y el Túnel Emisor Oriente (TEO). La principal función de este proyecto era resolver el problema de las inundaciones en la Ciudad de México y en el resto de la Zona Metropolitana. Asimismo, captar las aguas residuales, tratarlas y después verter el agua en los afluentes del río Tula.

 

Para este proyecto se contempló una inversión de más de 10 mil millones de pesos, de los cuales el 46% sería inversión del gobierno federal a través del Fondo Nacional de Infraestructura (FONADIN) y el resto por el consorcio privado “Aguas Tratadas del Valle de México”, conformado, entre otras empresas, por la Promotora del Desarrollo de América Latina y Grupo Carso.

 

 

Finalmente, ambas infraestructuras fueron inauguradas en 2017. Sin embargo, tan solo un año después, productores de los Distritos de Riego 03 en Tula y 100 en Alfajayucan iniciaron movilizaciones en contra del PTAR, argumentando que no fueron consultados para la construcción de la obra, pero siendo la principal demanda que la producción en sus tierras cayó alrededor del 50% debido a que se habían retirado los nutrientes orgánicos de las aguas tratadas, mientras que seguía persistiendo la presencia de metales pesados.

En 2019, también existieron nuevas movilizaciones, pero ahora protagonizadas por los habitantes de las comunidades vecinas al PTAR, como San José, San Antonio y El Salto, debido a una disminución en la cantidad de agua que estaban recibiendo, la persistencia de la contaminación, olores fétidos y una disminución en la materia orgánica, lo cual les generaba gastos en fertilizantes y abonos.

 

 

La situación se agravó en marzo de 2021, cuando una explosión en el PTAR ocasionó la evacuación de los habitantes de la comunidad de San José. A su regreso, las personas manifestaban síntomas como dolores de cabeza, irritación en ojos y garganta.

Por otro lado, el 6 de septiembre de 2021, la presencia de intensas lluvias provocó inundaciones en Tula de Allende, dejando entre 14 y 17 fallecidos en el Hospital General No. 5 del IMSS y daños materiales que se estimaron en cientos de millones de pesos en viviendas y comercios.

 

 

Para contrarrestar futuras emergencias, la Secretaría de Marina asumió el control temporal a inicios de 2022, mientras empresas privadas retomaban trabajos de desazolve y rectificación, lo que generó nuevos focos de protesta por tala de árboles y la modificación de estructuras históricas.

 

 

La historia del Valle del Mezquital, con un origen de discriminación y violencia territorial, es una expresión de la externalización de los problemas de la Ciudad de México hacia zonas periféricas como Ecatepec y el propio Valle del Mezquital.

Las demandas de comunidades, más los problemas ambientales, se han entrelazado en un escenario de decisiones históricas de políticas y económicas, definiendo al territorio como una zona de constante tensión.

Actualmente, la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum ha planteado el saneamiento del río Tula, la vigilancia y regulación de los desechos de las distintas industrias y municipios en la zona. Asimismo, la actual titular de la SEMARNAT, Alicia Bárcena, ha anunciado que se invertirá en la región para crear el Centro de Economía Circular más grande de América Latina.

Para esto tal vez sea necesario mirar a los errores del pasado para la nueva implementación de los proyectos planteados en esta actual administración.

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